24 julio, 2007

De la selva a la montaña

Han pasado muchas cosas desde la última vez que escribimos. Ahora sí tenemos acentos en el teclado.
En Trinidad los cursos se resolvieron muy positivamente. Fue nuestra toma de contacto y aunque funcionó bien, nos sirvió para realizar bastantes cambios en nuestras unidades, sobre todo en lo que respecta al nivel de profundización y la cantidad de contenidos. Nos encontramos un profesorado con grandes carencias de formación no sólo pedagógica, sino también en sus propias especialidades, con muchas dificultades incluso en la lectoescritura. Ello motivó una reflexión sobre las necesidades reales de formación de estos docentes y un cambio en nuestro enfoque. La despedida de Trinidad fue político-solemne, con discursos y agasajos varios.

En Trinidad conocimos una fantástica experiencia, "Ipenu Imutu", una asociación sociocultural que tiene una escuela infantil, una biblioteca y un centro social, donde desarrollan múltiples actividades de fomento y dinamización cultural de las comunidades moxeñas. Están en un barrio muy pobre, donde casi todos los habitantes son indígenas trinitarios y trabajan sobre todo con ellos. Hacen una gran labor y son nuestra primera elección para la dotación de bibliotecas de AEPECT.

El viaje a San Ignacio fue sencillamente espectacular. Coral opinaba que era como estar dentro de un documental. Finalmente contratamos una furgoneta que consiguió llevarnos en sólo cuatro horas por pista de tierra. Los siguientes en salir por la misma ruta tardaron siete horas, pues un camión se embarrancó en uno de lo tres ríos que hubo que atravesar en desvencijadas barcazas de madera arrastradas por canoas con pequeños motores fueraborda. Garzas, lagartos (entiéndase cocodrilos), hasta monos y capibaras vimos en el camino (Ah!, y un tucán).

A pesar de la desoladora impresión inicial que nos causó la ciudad, tardamos poco en cogerle el "tranganillo". Resultó ser una ciudad muy amable y acogedora, a pesar de que la primera noche los tambores y las campanas nos sorprendieron atronando el ambiente a las cuatro de la mañana. Aquí hay cientos de oenegeros españoles en distintos proyectos, desde la biblioteca o la escuela de música, al hospital y las campañas quirúrgicas itinerantes a las comunidades selváticas o desarrollo de piscifactorías, sistemas agroforestales sostenibles... Todo esto tiene muchas reflexiones aunque lo innegable es que la ciudad está creciendo bastante con todo esto.

La experiencia fue muy buena y los cursos funcionaron estupendamente. La organización por parte de la distrital Sra. Karim y el infalible Mario, su técnico, fue excelente. Dimos clase en un colegio evangélico concertado. La participación fue masiva (como que les obligaron a asistir, así cualquiera, je, je). El nivel del profesorado era todavía más desolador que en Trinidad. Sin embargo, había cosas muy positivas. Algunos profesores del rural funcionaban muy bien como dinamizadores de sus comunidades y, la verdad, Uxío disfrutó compartiendo experiencias de agroecología con ellos.

La despedida fue aposeótica. Cumbia, cerveza y el inevitable pollo al ritmo de una especie de "Camela" local a lo cutre, si cabe, amenizaron la entrega de certificados y discursos varios de despedida. Entrañable y bonito. Nos dieron lo mejor que tenían, a pesar de lo diferentes que somos.

Ojo, San Ignacio de Moxos es una urbe global virtual. Aquí cortan la luz todas las noches, no hay cobertura de móviles y aunque es capital de provincia, no hay ninguna sucursal bancaria ni cajero. Así que ya sabéis, a traer el dinero en el calcetín porque si no lo podéis pasar algo apurados, como nosotros, que casi no llegamos al sábado a pesar de lo barato que es comer y dormir allí (lo demás no, la fruta, fotocopias, etc, todo caro y poco).

Y bueno, de repente nos encontramos con que ya no íbamos a Camiri y ahora os escribimos desde Mairana, cerca de Samaipata, junto al Parque del Amboró. Un sitio totalmente distinto, hemos pasado de la selva a la montaña, desde donde seguiremos informando.

Un recuerdo muy especial para la estupenda gente de Moxos:

Malena, Antonio, Mª Jesús, Coral y Uxío

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estamos emocionados de vuestro relato de San Ignacio de Moxos.Gracias por compartir vuestras experiencias. Para nosotros San Ignacio fue muy especial. Saludos a todos Marisol y Fernando