01 agosto, 2010

Punto y seguido en Tacna



De nuevo volvemos a escribir con considerable retraso, esta vez para contar lo que ocurrió desde los días 19 al 28 de julio. Esperamos que, pese a la demora, pueda daros una idea de lo que hemos estado viviendo:

El viernes 23 de julio terminamos nuestra segunda semana de cursos. En Tacna, sensaciones muy similares a las de la primera semana: contentos por la satisfacción que muestran los profesores con los cursos recibidos (de hecho, bastantes de ellos han completado dos cursos con nosotros) pero decepcionados con el número de asistentes. Es evidente que la Municipalidad no hizo una buena promoción de los cursos, como han comentado los propios alumnos. Y también parece claro que las necesidades y las circunstancias de los profesores peruanos (al menos en la zona de Tacna) son diferentes a lo que estamos acostumbrados en Bolivia; por aquí sí que reciben durante el año cursos de capacitación aunque la calidad de éstos, como comentan ellos mismos, deje mucho que desear. Eso en cuanto a Tacna, porque el caso de Ite (adonde se desplazaron esta semana Ángeles y María) puede considerarse un intento absolutamente fallido. Se trata de una población pequeña, con apenas 25 ó 30 profesores; la mayoría de ellos vive en Tacna (a más de una hora de camino) y además del horario habitual, tienen que cumplir dos horas de refuerzo más al día. Con estos mimbres no es de extrañar las dificultades que encontraron nuestras compañeras: hubo que limitar los cursos a dos horas diarias y la predisposición tanto de la Municipalidad como de los propios profesores no fue demasiado positiva.

Será importante realizar una profunda reflexión de nuestro programa de cara al año que viene, evaluando detenidamente la idoneidad de los lugares a visitar e, incluso, planteando nuevos modelos de capacitación alternativos a los habituales cursos semanales. En este sentido, será fundamental el resultado del viaje de Alberto a Huancayo, sede de Educamérica, nuestra contraparte aquí y uno de los elementos más positivos de nuestro desembarco en Perú.

Pese a todo, queda un recuerdo muy positivo de Tacna, especialmente por la calidez de la gente (que no del clima) y el afecto que nos demostraron los profesores. También nos queda un pequeño orgullo de ver cómo para muchos de ellos nuestros cursos les han servido (así nos lo decían) para mejorar en su profesión y buscar nuevos enfoques en su trabajo educativo. Además, en el caso de Ángeles, Juan y María queda la esperanza de que el boca a boca (la mejor forma de promoción) les permita llegar a más gente en sus cursos de la primera semana de agosto. En esa época la mayoría de profesores de la zona sigue aún de vacaciones, por lo que se ha decidido agrupar en una sola semana y en Tacna lo que se pensaba hacer en Locumba e Ilabaya. Se ha hecho promoción de los cursos en estas dos localidades (la mayoría de profesores de allí también vive en Tacna) y además se espera contar con profesores tacneños que han mostrado interés.

Una vez acabados los cursos hemos iniciado nuestra semana de Turismo por el Perú. Primera parada, la ciudad blanca: Arequipa. Cambio muy notable con respecto a Tacna. Si allí estábamos en el verdadero Perú (o parte de él) aquí asomamos a una ciudad muy turística, de gran belleza y con una animada vida de bares y restaurantes. Llegamos a Arequipa el sábado por la tarde, bastante más tarde de lo previsto porque nuestro bus se estropeó y hubo que esperar a que viniera otro a recogernos. Aquí cada viaje es una pequeña odisea, en este caso de casi ocho horas. Entre el retraso y que tuvimos que pasar toda la tarde buscando pasajes de bus para Cuzco y Huancayo (en el caso de Alberto), algo nada fácil en plena semana de Fiestas Patrias, apenas pudimos ver algo de la ciudad. Eso sí, nos dimos una pequeña vuelta por la noche y cenamos un la terraza de un restaurante en plena Plaza de Armas, a un precio decente y una comida bastante buena, incluido el típico rocoto.

El domingo bien temprano, inicio de nuestra excursión al valle del Colca. Viajábamos en un grupo de 12, en una furgoneta bastante cómoda, con una guía muy simpática y por unos paisajes espectaculares. Como podéis ver en las imágenes, además de imponentes volcanes como el Misti, las grandes estrellas del primer día fueron los camélidos andinos: vicuñas, alpacas y llamas. Impresionante todo el viaje en el que llegamos a alcanzar una altitud de 4.900 metros. Para combatir el soroche, además de pastillas (sorochipils), probamos todos los remedios caseros: masticar hoja de coca, infusiones de coca, beber mucha agua e incluso inhalar alcohol con no se qué producto (fortísimo) para abrir las vías respiratorias y obtener más oxígeno. Gracias a eso nadie acusó demasiado el temido soroche, aunque los efectos de la altura se dejaron notar.

El siguiente día fue aún más espectacular si cabe, pues aparecieron los grandes deseados del viaje: los cóndores. Durante más de una hora volaron majestuosamente sobre nuestras cabezas; pese a no tener teleobjetivo (maldita sea mi estampa) las fotos pueden daros una idea del increíble espectáculo que vivimos. Después, un largo viaje de vuelta a Arequipa, breve parada para casi todo el grupo: Alberto se fue esa misma noche para Huancayo vía Lima (terrible viaje de más de 20 horas de duración), mientras que Ángeles, María y Juan tomaron rumbo a Cuzco. Yo me quedé una noche más en Arequipa para poder ver la ciudad al día siguiente.

Pero de ese día y de todo lo que nos pasó después (que fue mucho y variado) por Cuzco y Machu Piccho hablaremos en el siguiente post, que por hoy ya vamos bien servidos.

Saludos a todos.

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