19 julio, 2015

Santa Cruz nos recibió a la vez que daba la bienvenida al temprano día.


Algo temeros@s por no poder hacer llegar el material que AEPECT nos entregaba para diferentes localidades, inventamos tantas coartadas como horas de vuelo para explicarlo, aunque por suerte ninguna fue necesaria al aterrizar en la gran ciudad de los anillos.

Buscando a la única cara conocida a este lado del océano y cuya única referencia era una mala conexión vía skype meses atrás, nos encontramos con Lidia Mayser, que desde ese momento se haría cargo de nosotr@s ofreciéndonos esa calidez y confianza que un@ necesita cuando está a más de 11.000 kilómetros de casa, allá donde “quechua” es una lengua y nada tiene que ver con una gran marca de equipamento deportivo, allá donde el parchís es a día de hoy un gran descubrimiento, y la ducha y la electricidad pueden formar parte del mismo aparato.


Con las caras pegadas a la ventanilla y los oídos en los proyectos de la “Lisen Mayser”, llegamos a la primera parada en aquella ciudad que cuanto menos se nos antojaba peculiar en su cableado, multitudinaria en sus mercados, humilde en sus calles y curiosa en su gastronomía. Antojo que tuvimos el placer de satisfacer durante los días en los que el Residencial Bolivar fue nuestro hogar, sus inquilinos colegas de intercambio y sus calles entretenimiento y objeto de investigación.


Tiempo tuvimos de relajarnos y ponernos en forma, desconocedor@s por completo por aquél entonces de que lo que creíamos austeridad se convertiría en lujo, lo que parecía despacio acabaría siendo rápido.


Y abandonando los anillos, uno a uno, nos adentramos en la carretera que nos llevaría al primer destino, General Saavedra.



Durante el trayecto, la arboleda nos avisó que andábamos rumbo a Brasil, el jardín de nuestro lugar de residencia (Casa de Ilda), nos lo confirmaría después.

Y como uno ha de comprender que no vive solo en el mundo para empatizar con los demás, no nos quedó otra que combatir los inumerables mosquitos con una armadura invencible de mosquiteras,  resistiéndose los insectos primero, dejándonos lugar, después.ç

Y allí vivimos, con Ilda y Guadalupe como embajadoras de la gastronomía del municipio, conociendo todas las formas posibles de cocinar el arroz y la yuca, sin dejar de usar el queso como ingrediente principal; con Mariana y Eduardo poniendo el toque infantil que todo hogar necesita para que sus habitantes no dejen de reír y por qué no, tampoco de bailar.

Y aunque tod@s tratamos de dibujar en nuestras mentes el centro donde íbamos a trabajar, ni por asomo nos acercamos al escenario real.

Centro de aulas despobladas con paredes grafiteadas, poseía, al igual que el país, una riqueza inigualable en naturaleza.

Sin poder evitarlo al contemplar el paisaje, comenzamos a imaginar qué siente un niñ@ cuando tiene en su centro unos árboles en los que trepar, jardines en los que sembrar, aire puro que respirar... Nos preguntamos también qué siente un niñ@ cuando asiste a clase de cristales rotos con un abrigo que no combate el frío del surazo, qué siente cuando el agua se apodera del espacio sin previo aviso obligándoles a permanecer en sus hogares, no menos mojados.

Viviéndolo para dejar de preguntárnoslo, pasamos la semana, estrenando talleres, con nervios al principio, clama después. Cercanía lejana en un primer momento, cercanía cercana un solo instante después.

A pesar de los impecables talleres escritos en España, los recursos estudiados y materiales impolutos preparados, poco tardamos en cerrar los libros; casi el mimos tiempo que en adquirir el horario boliviano y el “voy despacito” por bandera del país, que lejos de suponernos un problema, nos hizo reflexionar sobre cómo vivimos, cuánto nos exigimos, qué poco observamos.

El yoga, el huerto, las mates y los materiales reciclados callaron para oír, y hablaron para compartir. Y ahí, con un poco de ti y otro de mí, empezamos a formar un nostor@s.

Un nosotr@s en el que no sabemos qué aprendieron ell@s, pero tenemos claro qué nos llevamos nosotr@s, y de la gran lista, destacamos el “todo está bien”, a pesar de todo, siempre todo está bien... Cuánto nos queda por aprender de eso!

Bañados en humildad por las mañanas, recorrimos pequeñas localidades incomunicadas por la tarde, para no perder la esencia del baño.

Caminos que nos hacían detener la “movilidad” en mitad de la noche embarrados gritando de emoción ante el cielo más estrellado que jamás vimos, caminos que nos presentaban tucanes, nos adentraban en las inmensas plantaciones de caña... Caminos que a mano de Lidia nos llevaron a la escuela de 6 de Agosto, de la de Alicia y Javier a Pozas Caimanes.

Y es entonces, cuando toda la belleza vista, todo ese paisaje que te hace vibrar desde dentro, se desborda en emoción, y en emoción se transformó viendo otra realidad, una que creíamos conocer, pero de la que realmente no teníamos idea, y ante la que te preguntas ¿Dónde está Dios? O mejor aún ¿Dónde he estado yo?

Sin saber muy bien donde estuvimos antes, pero sabiendo que ahora estábamos allí, decidimos hacer un reportaje de las situaciones de estas escuelas, con la sensación de querer barrer un desierto, pero con la misma certeza de que hemos de respirar para vivir, nos pusimos manos a la obra.

Y casi sin darnos cuenta, a pesar de haber tratado de estar presentes, nos hayábamos en las cálidas despedidas, últimos consejos de cómo hacer crema de café y en promesas inciertas de volver.
No sabemos cuánto tiempo permanecerán, pero hoy, más que el coche, llevamos lo corazones repletos.

Saavedra, tienen ustedes mucho de al mal tiempo buena cara y mucha cara de buena gente, de esa que uno no tiene que mirar dos veces para darse cuenta de lo auténtica que es.

Gracias por el aprendizaje MAESTR@S.



                                           Materiales adaptados para escuelas bolivianas
 
Llegada al aeropuerto

 
                                                                    Calles de Santa Cruz
 
Colegio de Saavedra
 



Escuelas rurales






    Talleres

8 comentarios:

olguita dijo...

Chicos, qué guapos estáis en las fotos!!!! Al final habéis podido subir las fotos!!! Ahmed echo de menos tus abrazos de oso, jajaja. Cuidarse mucho y disfrutad de esta semana. Besos para mis deportistas!!!
Estamos en contacto, Olga.

Unknown dijo...

Solo puedo decir que me habeis emocionado hasta el infinito con vuestro maravilloso y poetico relato de Saavedra. Os deseo una semana feliz y seguro que tambien intensa en Concepción.
Muchos besos

Carmen Montoro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carmen Montoro dijo...

Un precioso fragmento de inicio de un gran relato. Me habéis transportado por unos minutos a la maravillosa Bolivia. Sabores, imágenes, olores... sensaciones múltiples. Gracias. Seguid disfrutando y aprendiendo como hasta ahora. Os seguimos con entusiasmo.

Carmen Montoro dijo...

Un precioso fragmento de inicio de un gran relato. Me habéis transportado por unos minutos a la maravillosa Bolivia. Sabores, imágenes, olores... sensaciones múltiples. Gracias. Seguid disfrutando y aprendiendo como hasta ahora. Os seguimos con entusiasmo.

Alicia López dijo...
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Alicia López dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alicia López dijo...

Cuantísima emoción contenida en afirmaciones sencillas y llenas de tanta verdad. Gracias!!!!!!!